viernes, 1 de enero de 2010

Lo onírico en aquel prólogo publicado por la revista P.O.E.M.A.S. de Rafael Marín


He quedado con ella bajo los soportales en la Plaza, entre el barullo de los comercios aún abiertos, cuando la tarde ya se hizo noche y los faroles rasgan las sombras. Mi amiga la poeta se acerca, de gris o de azul, sin detalles que resalten en la camisa, ¿o es la chaqueta? Mas según bajo la mirada, reparo en sus medias hasta la cintura que cubren y transparentan su carne a la luz brillante de la tienda de regalos, sin vello en el pubis, piel de seda... Cuando se da la vuelta mostrando sus glúteos, mis ojos chocan con el pesado, voluminoso diccionario de la Real Academia que cuelga de su espalda.

Marina Caballero

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