Tengo una casa en el horizonte...
Manteles bordados,
jarra de agua y lirios.
Por estos mismos caminos
pasearon mis angustias y conflictos,
cuando la lluvia sonrojó las losetas
y el viento desgajó los ocres,
los verdes oscuros.
Vuelvo al paisaje cierto.
Y no por cierto menos inventado,
dichoso
e inagotable,
donde siempre templa el sol.
Y a la casa soñada iré
con pocas cosas,
sin pesares.
Me ofrecerás la taza caliente con tu abrazo
y bailaremos una danza dulce,
una danza intensa,
mientras humea la chimenea hacia el poniente.
Del poemario Desde la quietud
Marina Caballero
Foto: Lier, Bélgica. Andrés P. Llorente
Manteles bordados,
jarra de agua y lirios.
Por estos mismos caminos
pasearon mis angustias y conflictos,
cuando la lluvia sonrojó las losetas
y el viento desgajó los ocres,
los verdes oscuros.
Vuelvo al paisaje cierto.
Y no por cierto menos inventado,
dichoso
e inagotable,
donde siempre templa el sol.
Y a la casa soñada iré
con pocas cosas,
sin pesares.
Me ofrecerás la taza caliente con tu abrazo
y bailaremos una danza dulce,
una danza intensa,
mientras humea la chimenea hacia el poniente.
Del poemario Desde la quietud
Marina Caballero
Foto: Lier, Bélgica. Andrés P. Llorente
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